Cuando el Señor Jesús sube al cielo nos deja una gran tarea “Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio a toda la creación”; que gran tesoro hemos recibido del Señor y lo llevamos en nuestras manos como vasijas de barro, por eso necesitamos una fuerza que la mantenga, una gracia particular que anime, que sostenga y que proteja la gran tarea.
El Espíritu Santo es el que desciende sobre nosotros y nos da la Ciencia, la Fortaleza, la Piedad, el Consejo, el Temor de Dios, la Sabiduría y la Inteligencia. La ciencia nos marca una dirección consistente en nuestras vidas, nos ayuda a conocer cómo son las cosas. La fortaleza es necesaria para un verdadero amor, pues nos da valor para asumir un compromiso auténtico y maduro. La piedad nos ayuda a tener un corazón más atento a las cosas de Dios, a ser sinceros y fiarnos ante Dios. El don de consejo nos hace vivir con paz y con sinceridad las decisiones tomadas para nuestro bien particular o comunitario. El temor de Dios, entendido en el buen sentido, es beneficioso y nos hace realizar obras buenas, como el niño que respeta a su querido padre y no quiere defraudarle. Es el miedo a perder la compañía de Aquel que es Padre, Hijo y Espíritu. Es sentir la sensación de vacío cuando uno no está a bien con Jesús y su mensaje. El don de sabiduría nos capacita para ir conociendo a Dios. El sabio es aquel que encuentra el secreto de la felicidad: la vida según Cristo. La inteligencia ayuda a entender los misterios más escondidos y difíciles de la FE. Ilumina nuestro entendimiento y nos hace caminar con la luz de la verdad. Nos enseña el valor de la eucaristía y de los sacramentos. Nos facilita la lectura de la enseñanza de Jesús y nos hace comprensibles sus gestos.
Estos Dones los recibimos desde el bautismo y nos ayudan en el camino al cielo por eso tenemos que aprender a “usarlos” para la anunciar el Reino de Dios.
Cuando una persona comienza a “usar” sus Dones, crece personalmente, crece en la vida espiritual, crece ante Dios, aprende a conocer la misión a la que Dios la ha convocado. ¿Sabes cuál es tu misión dentro de la Iglesia? San Pablo dice una gran verdad: “Nadie puede decir Jesús es Señor, si no es bajo la acción del Espíritu Santo”. Con esta solemnidad termina el Tiempo de Pascua y empieza el Tiempo Ordinario, tiempo para seguir aprovechando la Gracia del Señor y escuchar la respuesta a nuestra gran pregunta; ¿Señor, que quieres que haga por ti?
Pbro. Christian Juárez Sánchez
Párroco
No hay comentarios:
Publicar un comentario